miércoles

Qué difícil, el amor. Cuando recién empezamos una relación, todo es perfecto y no necesitamos nada más. No hay que comer, ni dormir, ni ver amigas, ni limpiar. No hay que trabajar, ni preocuparse por las cosas mundanas. Pasamos noches enteras hablando y caminamos kiómetros de la mano, abrazados y apretando cinco veces por cuadra. Si fuéramos cinto por ciento impulsivos, en los primeros cuatro meses de una relación nos casaríamos, viajaríamos de mochileros por América Latina y tendríamos un par de hijos. Pero no. Pasa el tiempo y, gracias a ese idilio, cuando comienzan a emerger las miserias ( de ambos ) podemos soportar casi estoicamente las primeras crisis. Esa pasión del primer tiempo es adrenalina pura. Es casi suicida y tiende a la autodestrucción. Y esto que digo es razón pura.
{ Blog de la casada, publicado en la revista HOLALÁ, abril de 2009 }

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